Familia Rechartina sigamos viviendo nuestro IV domingo de cuaresma convirtiendo y transformando nuestros corazones. Con este milagro Jesús se manifiesta y se manifiesta a nosotros como luz del mundo; y el ciego de nacimiento nos representa a cada uno de nosotros, que hemos sido creados para conocer a Dios, pero a causa del pecado somos como ciegos, necesitamos una luz nueva. Todos y todas necesitamos una luz nueva: la de la fe que Jesús nos ha donado, que esa luz siga creciendo en nuestras vidas para seguir tejiendo y uniendo nuestras hebras de reconciliación con nosotros mismos y con nuestros hermanos y hermanas.
